Lección 18: Perderte a Ti Mismo y a los Demás

 

Los cambios que sufrimos por causa del estrés crónico y el trauma pueden conducirnos a que nos retiremos de situaciones de estrés o nos alejemos de nuestras relaciones del todo. Estar solo puede sentirse mucho más manejable que confrontar los riesgos asociados a la interacción con otros. Solos estamos a salvo. Solos, nuestra rabia y negatividad no afecta a los demás. No podemos hacerles daño. No podemos contagiarlos. Cuando nos aislamos, tampoco tenemos que enfrentarnos a ese dolor nosotros mismos. 

DE NUESTRAS HISTORIAS 

La ropa sucia en el piso de la sala, los baños inmundos y los platos sin lavar acumulados en la cocina hacían que el despertar de cada día fuera más difícil del anterior. Mayra había dejado todo a su suerte desde el mismísimo día que José salió por la puerta principal. Ni siquiera sus perros, Blacky y Rocky, le sacaban de la cama con sus juegos. 

Ella solo hacía lo imprescindible. Iba a dar clases en automático y a sus hijos les dedicaba el mínimo tiempo posible. El resto del día dormía. Se envolvía en las sábanas y el tiempo se detenía. No sabía si pasaba rápido o lento. Apenas comía un poco. No hablaba con nadie más y se molestaba con frecuencia por cualquier cosa. 

— ¿Por qué dejaste tus útiles aquí, José? — le gritó esa noche a su hijo que luego de hacer la tarea olvidó recoger la mesa. 

No era nada, pero lo dijo con tanta molestia que José se puso a llorar. 

— Perdón mamá, no lo vuelvo hacer– le dijo. 

 

Hacia el entumecimiento

Algo común durante el estrés crónico y después de un trauma es la dificultad en las relaciones. Es posible que las relaciones ya no se sientan igual. Las conexiones, una vez estrechas y fuertes, pueden debilitarse. Hay varios factores psicológicos que contribuyen a estos retos relacionales después del trauma:

  • Los pensamientos negativos sobre uno mismo y los demás pueden erosionar la confianza.
  • Los pensamientos negativos sobre el mundo pueden afectar las interacciones sociales o el deseo de pasar tiempo con los demás.
  • La incapacidad para confiar en tus instintos puede dificultar la formación de nuevas relaciones.
  • El estrés de la ira puede dificultar el disfrute de la presencia de los demás.
  • La incapacidad de transmitir tu propio dolor a los demás puede hacer que parezca más fácil el aislamiento.

El aislamiento y las dificultades relacionales pueden contribuir a una sensación de entumecimiento. Por entumecimiento queremos decir simplemente una carencia de sentimientos o sensaciones. 

Por supuesto, el aislamiento y una prolongada sensación de desconexión de los demás son factores que contribuyen al entumecimiento emocional.

Adicionalmente, los cambios fisiológicos y las adaptaciones que ocurren después del trauma contribuyen al entumecimiento emocional, dificultando cualquier emoción, positiva o negativa. Cuando nos sentimos entumecidos, el mundo se siente gris, vacío y aburrido. Es posible que nos cueste sentir alegría o estimulación. En esos momentos, puede que no logres sentir ni siquiera tristeza.

 

Los investigadores aún debaten las causas subyacentes exactas del entumecimiento asociado con la exposición al trauma. Sin embargo, sabemos que algunos de los cambios que ocurren en la corteza prefrontal, la amígdala y en el sistema nervioso y en los niveles hormonales afectan la capacidad del cerebro para detectar posibles recompensas y placer, y por ende la habilidad de perseguir esas recompensas y ese placer.

Pregunta: En nuestra historia,

¿hemos visto a los personajes tener sensaciones de entumecimiento o respuestas emocionales disminuidas ante el mundo?

En otras palabras, después de un trauma, muchos de los cambios y adaptaciones que estimulan la hipervigilancia también pueden disminuir

 tu capacidad para sentir el placer y la recompensa de las situaciones cotidianas. Hasta cierto punto, este entumecimiento es adaptativo. A

 veces, cuando el dolor emocional ha sido muy grande e intenso por un período prolongado de tiempo, el cerebro apaga los sentimientos porque en cierta forma es preferible no sentir nada a sentir el dolor.

Nuevamente, no todas las personas que han pasado por un trauma tendrán sensaciones de entumecimiento, pero para aquellos que sí experimentan estas sensaciones, es importante entender que es una respuesta adaptativa.

Enfrentando la depresión

El entumecimiento que se ha descrito puede parecerse  a la depresión. En general, la exposición al trauma aumenta el riesgo de depresión. Tanto en los casos de trastorno de estrés postraumático como de depresión, puede ser difícil sentir felicidad o alegría. Puede ser difícil tener una sensación de placer en absoluto.

En general, la depresión incluye elementos de entumecimiento, pero se relaciona más específicamente con un estado de ánimo triste, deprimido, duradero y frecuente durante un largo período de tiempo.

 

Los síntomas de la depresión incluyen:

  • un sentimiento constante de soledad o tristeza
  • una falta de energía
  • unos sentimientos de desesperanza
  • dificultades para dormir
  • dificultades para comer
  • dificultades de concentración o atención
  • pérdida de interés en actividades agradables o sociales
  • sentimientos de culpa e inutilidad.

 

 

En esta lista, verás que hay muchas manifestaciones físicas de depresión. Muchos de los signos y síntomas de la depresión te resultarán familiares puesto que los discutimos como efectos del estrés crónico en el cuerpo. Efectivamente, la depresión combina varios de los síntomas psicofisiológicos que asociamos con el estrés crónico y los patrones de pensamiento negativos que pueden ser producto del trauma. Forman un estado psicológico y fisiológico increíblemente doloroso y duro.

La depresión puede ocurrir después de una experiencia traumática. El estrés puede causar depresión, pero la experiencia de la depresión es en sí misma productora de estrés. Se crea un ciclo peligroso de este modo. Ahora bien, la depresión también puede ocurrir por sí sola sin estar atada un a episodio de estrés o trauma. Es importante discutir tus experiencias de cualquiera de estos síntomas recurrentes con un profesional de la salud. 

DE NUESTRAS HISTORIAS 

Una mañana de sábado en la que sus hijos estaban con José en la casa de su abuela paterna, Mayra se miró en el espejo de cuerpo completo que tenía en el cuarto y se espantó con lo que vio. Su carne estaba flácida y pegada en sus huesos, la raíz negra de su cabello ahora se veía aún más grande y las ojeras más negras y profundas. Tenía muchos días sin trenzarse el pelo, sin atarlo siquiera. Ni siquiera recordaba cuándo se había bañado por última vez. ¿Dos, tres, cuatro días? 

Seguía examinando su reflejo, mientras se tocaba las extremidades. Sus manos se deslizaban por esos brazos lisos, fríos. Esas mismas manos se paseaban por sus muslos, por sus nalgas. ¿Dónde estaban esas nalgas?  Nunca había estado tan delgada en su vida y ahora sus curvas habían desaparecido. Además su piel estaba tan pálida que parecía otra mujer. “¿Quién es esa mujer?”, se preguntó. 

 

Es imposible saberlo con certeza, pero es probable que los personajes de nuestra historia hayan tenido episodios de depresión a medida que navegaron sus vidas después del trauma. 

Pregunta:

¿Cuáles cambios cumulativos en la personalidad, estado de ánimo y comportamiento hemos podido observar en nuestros personajes?

El entumecimiento que a veces ocurre con el trastorno de estrés postraumático o la depresión contrasta con la hipervigilancia descrita anteriormente. Estos dos estados (alerta constante y emociones entumecidas) pueden ocurrir simultáneamente. Aunque sean efectos contradictorios del estrés y el trauma, refuerzan en nosotros la idea de que a veces disociarse puede ser una manera segura de navegar el mundo, aún cuando acarrea repercusiones sociales.

La ventana de la tolerancia

La co-ocurrencia del entumecimiento y la hipervigilancia, o del miedo y la disociación, reflejan lo que ocurre a mayor escala en nuestros sistemas cuando estamos lidiando con las secuelas del trauma. A veces te pueden sobrar los sentimientos. A veces te pueden faltar. A veces tu cuerpo y tus pensamientos estarán hiperactivos; en otras ocasiones, completamente adormecidos.

Básicamente, después del estrés y el trauma, el cerebro, el cuerpo y el comportamiento tienen más dificultades para regularse. Es posible que te sientas “bien” o “regulado” con menos frecuencia, yendo entre respuestas altas y bajas al mundo que te rodea.

Muchos investigadores describen este fenómeno con un concepto llamado la  ventana de tolerancia. La ventana de tolerancia describe las zonas de activación  (estimulación, sentimiento) que puede experimentar una persona.

La ventana de tolerancia incluye:

  • la zona de hiperactivación 
  • la zona de activación  óptima (tolerable)
  • la zona de hipo-respuesta

Empezaremos por el medio. El medio es la zona de activación  óptima, donde una persona se siente capaz de enfrentar situaciones estresantes. En esta zona, el cuerpo es capaz de responder de manera eficaz y eficiente al estrés y al mundo exterior en general. Esta zona no está completamente libre de estrés o incomodidad, pero en esta zona un individuo puede lidiar con situaciones estresantes sin sentirse abrumado.

La zona superior es la zona de hiperactivación , de hipervigilancia, de sensibilidad a las amenazas, donde el cerebro y el cuerpo están nerviosos, listos para actuar en forma de respuestas de pelea o huida. En este estado, un individuo puede sentirse ansioso, enojado, abrumado, con mucha energía, desconectado y caótico. En este punto de tu lectura, conoces los diversos procesos biológicos y fisiológicos que conducen a estos estados de hiperactividad. Y conoces algunos de los síntomas que experimentaron nuestros personajes cuando se sentían nerviosos, inquietos y alertas a las amenazas, reales o imaginarias.

La zona inferior es la zona de hipoactivación , de entumecimiento, de sensación de congelación, donde el cerebro se ha adaptado cerrando varios procesos para mantenerte a salvo. Un individuo puede sentirse letárgico, deprimido, desapegado y desinteresado. Y al igual que con las hiperactivación es, ahora conoces gran parte de los procesos biológicos y fisiológicos que causan estas respuestas, y has visto a nuestros personajes experimentar estos estados con claridad y frecuencia.

Pregunta:

¿Dónde, en nuestra historia, puedes ver a los personajes demostrando hiperactivación  o respuestas hiperactivadas?

¿Qué tal respuestas de hipoactivación  o entumecidas?

Como establecimos previamente, cada persona que ha pasado por una experiencia de estrés y trauma tiene una experiencia distinta, e incluso dentro de cada individuo veremos respuestas distintas, contradictorias y fluctuantes. Los efectos del estrés y el trauma tienen consecuencias en cuanto a la ventana de tolerancia:

  1. La respuesta fisiológica y psicológica al estrés ocasiona que con más frecuencia salgamos de la zona óptima de activación  y entremos en zonas de hiper e hipoactivación .
  2. Los efectos del trauma dificultan que naveguemos de regreso a la zona óptima de activación  cuando nos sentimos hiper o hipoactivados.

Es importante notar que algunas personas operan consistentemente en estados elevados o de hiper respuesta. Otros, operan constantemente en estados bajos o de hipo respuesta en el cerebro, cuerpo y comportamiento. Otros, pueden fluctuar rápidamente de zona a zona sin operar en la zona óptima del medio. 

En general, la desregulación ocasionada por esl estrés y el trauma se ve y se siente diferente en cada persona, y no hay duda que puede ser agotador e incómodo operar por fuera de la zona de tolerancia.

Más adelante, nos enfocaremos en proporcionarte estrategias que te ayudarán a dirigir tu cerebro y tu cuerpo a la zona media o zona óptima cuando te sientas en un estado de desregulación. 

 

Recuperando relaciones 

Como se mencionó, a medida que varios sistemas del cuerpo se desequilibran por la experiencia de estrés crónico o trauma, también puedes experimentar fallas en tus apegos y relaciones.

Así como hay signos de hiperactivación  e hipo respuesta en el cuerpo, también hay signos de hiperactivación  e hipo respuesta en las relaciones y el tratamiento de los demás. En general, el estrés y el trauma pueden contribuir al auto aislamiento y el desinterés por los demás o, por el contrario, a la agresión, la irritabilidad y el aferrarse a los demás de manera inapropiada. Incluso en períodos cortos de tiempo, puedes experimentar altibajos relacionales, caracterizados por momentos en los que te alejas demasiado  seguido por otros en que te acercas demasiado.

Como se dijo, cuando el cerebro busca constantemente amenazas y percibe muchas falsas alarmas, es más difícil crear vínculos significativos por varias razones. Las mismas reacciones y fluctuaciones extremas experimentadas en el cerebro y el cuerpo también aparecen en las relaciones.

Con el tiempo, las diversas alteraciones causadas por el estrés y el trauma hacen que sea cada vez más difícil mantener relaciones saludables. Si la gente no puede hacerte feliz, o proporcionarte seguridad y tranquilidad, no buscarás estar cerca de ellos. Con el tiempo, este ciclo de hipervigilancia y entumecimiento puede destruir las relaciones.

 

Sin embargo, se ha sugerido que las relaciones y el apego son esenciales para el tratamiento del trauma y la depresión. He aquí una gran ironía. El estrés y el trauma deterioran las relaciones, pero las relaciones son muy terapéuticas en el proceso de recuperación.

 

 

 

Si bien hay muchos beneficios psicológicos y fisiológicos de los vínculos sociales y las relaciones, queremos llamar tu atención a un químico muy específico: la oxitocina. Sentir conexión y seguridad junto a otra persona produce oxitocina, un neuroquímico que se utiliza con frecuencia para tratar la depresión y la ansiedad. La oxitocina, cuando es producida en el contexto de una relación saludable, facilita la confianza y estimula el sistema nervioso parasimpático (los frenos)

Cuando ríes, produces oxitocina.

Cuando tomas la mano de tu madre, produces oxitocina.

Cuando sientes amor, produces oxitocina.

Cuando meces a tu hijo, produces oxitocina.

Esta es solo una breve lista de acciones que pueden facilitar la producción de oxitocina. En general, los actos de intimidad amorosa y afecto estimulan la producción de oxitocina. Si bien no es una relación perfecta, la oxitocina amortigua y atenúa parte de la respuesta al estrés asociada con la hipervigilancia. 

En resumen, la oxitocina tiene un rol en la reducción del impacto del estrés. Sin embargo, las investigaciones científicas sobre este tema siguen siendo muy limitadas. 

Más adelante discutiremos distintas estrategias que podemos usar para regular las emociones y respuestas no deseadas, pero es importante ahora notar el rol poderoso de las relaciones y de la conexión con otros. Mantener relaciones cercanas saludables puede estabilizar las respuestas maladaptativas al estrés. Sin embargo, para algunas personas, formar vínculos sociales y relaciones después del trauma puede generar estrés y ansiedad. Puede que haya personas que nos recuerden nuestros traumas pasados. O quizás interactuar con otros puede crear circunstancias que nos lleven a la rabia, la tristeza y el dolor, y puede que digamos algo que resulte doloroso a otros. Este ir y venir, este deseo y miedo de las conexiones interpersonales puede ser en sí estresante.

Si bien sólo tú conoces cual es el equilibrio adecuado para ti entre encontrar apoyo en los demás y mantener la distancia personal, debemos recordar que en la mayoría de las culturas del mundo, la curación ocurre en forma grupal en lugar de individualmente. Los seres humanos somos criaturas sociales y emocionales, y construimos redes de familiares y seres queridos que nos brindan una sensación de seguridad. Lidiar con el trauma o el estrés crónico puede ser muy difícil y agotador, y nadie debería verse obligado a soportarlo solo.