Lección 17: De Adentro hacia Afuera

 

Algunas personas que viven experiencias traumáticas pueden vivir el resto de sus vidas sin pasar por flashbacks, pesadillas o recuerdos traumáticos. El hecho de que no haya síntomas obvios de trauma no quiere decir que el trauma no haya dejado su huella. Como hemos establecido ya, el estrés traumático no afecta de igual manera a todas las personas. Incluso gemelos idénticos responden de manera distinta ante las secuelas del trauma. 

Pregunta: En nuestra historia,

¿puedes observar diferencias y similitudes en la manera como reaccionar ante el estrés y el trauma?

¿Por qué razón fueron distintas las respuestas?

Anteriormente, revisamos como existen algunos síntomas comunes que pueden surgir después del estrés traumático. Estos síntomas aparecen en tres niveles: el cerebro, el cuerpo y el comportamiento, incluyendo las relaciones íntimas:

  • Volver a experimentar el evento en la memoria o en visualizaciones (flashbacks)
  • Hipervigilancia a las amenazas percibidas
  • Desconexión de las sensaciones corporales
  • Evasión de situaciones que te recuerdan los eventos.
  • Creencias, recuerdos y pensamientos negativos sobre ti mismo, el mundo y el futuro.
  • Dificultad con las relaciones y la intimidad.

Además de estos síntomas, el estrés crónico y el trauma puede que ocasionen una pérdida de nuestra consciencia introspectiva y que dejemos de confiar en las sensaciones de nuestro cuerpo. El trauma puede perturbar nuestra percepción de la realidad y guiarse tan sólo por las señales de nuestro cuerpo.

 

Las experiencias traumáticas producen una inundación de señales en nuestro cerebro, cuerpo, sistema nervioso y hormonas. Si la experiencia es prolongada o abrumadora, estas señales afectarán nuestra habilidad de reconocer, entender y responder las señales de nuestro cuerpo. El cuerpo puede 3estar respondiendo ante escenarios imaginarios y detonantes que son incongruentes con la realidad de la situación. Los procesos corporales pueden permanecer hiperactivos en momentos en los que intentamos descansar. En resumen, el estrés crónico y el trauma dificultan la comunicación sana entre el cerebro y el cuerpo, debilitando nuestras habilidades de interocepción y capacidades de autorregulación.

Perder la confianza en tu propio cuerpo

El estrés crónico y el trauma pueden hacer que perdamos nuestra conciencia interoceptiva o que perdamos la confianza en nuestros sentimientos corporales. El trauma puede alterar la forma en que percibimos y nos adherimos a las señales que provienen de nuestro cuerpo.

Antes del estrés o el trauma, las señales de nuestro cuerpo como parte de los procesos predictivos y de interocepción suelen ser muy acertadas. Después del trauma, el cuerpo puede responder ante falsas alarmas y escenarios imaginarios. En un esfuerzo por lidiar con estas sensaciones, puedes empezar a ignorar las falsas alarmas y esas sensaciones corporales. Con el tiempo, empezarás a ignorar tu cuerpo por completo. 

DE NUESTRAS HISTORIAS 

Esa mañana Mayra tenía un fuerte dolor de cabeza.

No fue la primera vez. En los días anteriores, ella no sintió dolor de cabeza de inmediato. Si, Mayra estaba tensa y lo sabía, aunque se había dedicado poco tiempo o atención.

Sigue. Olvidalo, pensaba.

Inés, su mentora, solía venir a la mente en esos primeros días de regreso de Santa Ana. 

Sé fuerte. 

Mayra estaba enojada desde que regresó a la capital. Desde que regresó, se había despertado enojada la mayoría de las mañanas. Prestó poca atención a ese enojo, y siguió con su rutina matutina de ella lo más normal posible.

Dormir no fue reparador para ella. Algunas mañanas seguidas Mayra notó que se despertaba con la mandíbula apretada. Con una ducha rápida, los músculos de su rostro de ella se relajarían, aunque rara vez esa relajación duraba más que unos pocos momentos de olvido intencional en la ducha.

 

En nuestra historia, está claro que nuestros personajes aprendieron a ignorar las sensaciones físicas no deseadas que aparecieron después de sus traumas. Ya sea porque evitaron ciertas sensaciones o ciertos ambientes y recordatorios, las personas que han pasado por un trauma buscan con frecuencia formas de prepararse y protegerse de un dolor futuro. 

Pregunta: En nuestra historia,

¿dónde hemos visto ejemplos de nuestros personajes evadiendo el trauma o sensaciones específicas de su cuerpo?

Como explicamos, la evasión es un mecanismo común después del trama,  y no es igual para todas las personas. Hay personas que intentan ignorar síntomas y sensaciones persistentes. Otros, intentan evitar los recordatorios. Otros buscaran distraerse para pasar de largo sentimientos complejos de desconexión. Otros evitarán relaciones o personas que les recuerden el trauma o que les recuerden quiénes fueron antes del trauma.

Cada una de estas reacciones es posible y normal, incluso si estas respuestas acarrean consecuencias negativas. Es posible que todas estas respuestas coexistan, o fluctúen día a día.

Con esta combinación de síntomas no deseados y evasión, tiene sentido que muchos individuos que han pasado experiencias de trauma se sientan aislados o retraídos de los demás, ensimismándose en sus propios pensamientos. 

Las amenazas internas: cuestionarse a sí mismo

Con frecuencia, después del trauma, puede haber un cambio en nuestra manera de pensar. Es común que desarrollemos una perspectiva negativa de nosotros mismos, y que esa perspectiva la extendamos a otros, al mundo y al futuro.

Los pensamientos que tienes sobre las experiencias traumáticas a menudo son alimentados por el miedo y las amenazas percibidas —  no por ninguna realidad objetiva o peligro. Sin embargo, esos pensamientos pueden tener un poder tremendo, afectando tu estado de ánimo, tus relaciones y cómo piensas sobre ti mismo y quién eres.

Aprendimos que el trauma afecta varias partes de tu cerebro, incluídas el hipocampo y la corteza prefrontal. Estos cambios fisiológicos y cambios en la comunicación entre el cerebro y el cuerpo afectan la memoria emocional y autobiográfica. Dicho de otro modo, los procesos biológicos de miedo y estrés pueden ocasionar cambios específicos en nuestro cerebro que alteran nuestra percepción de nosotros mismos.

Tu memoria cambia. Puede que sientas más miedo. Puede que recuerdes con mucha especificidad el dolor y no la alegría. Puede que cambie tu manera de verte. 

Es importante recordar que estos pensamientos no son un reflejo de la realidad. No todos los pensamientos merecen tu atención.

Hemos explicado cómo la amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal se ven afectados por el trauma de una manera que crea los flashbacks, recordatorios, pesadillas y recuerdos intrusivos. A medida que el cerebro y el cuerpo trabajan para dar sentido a lo que sucedió en el trauma y para protegerte de futuros traumas, esos pensamientos y recuerdos se repiten y vuelven una y otra vez. Si bien esto puede ser un intento de protegerse, este truco del cerebro es increíblemente desgastante, frustrante y embarazoso.

Tomemos un ejemplo. Imagina que estás cocinando para un grupo grande. Conoces la receta. Por alguna razón, mientras cocinabas, diferentes cosas salieron mal en la cocina. Te quedaste sin combustible. No había sal. Agregaste demasiado aceite. Las cebollas estaban ligeramente podridas. Y toda la comida fue un completo fracaso. Te sientes avergonzado, humillado, culpable frente a tus invitados. Más tarde, cuando tus invitados se están yendo, comienzas a recordar todo lo que salió mal. Puedes preguntarte: ¿Por qué no comprobé que había sal? o,  Pensé que llené los tanques de combustible la semana pasada … Quizás tus pensamientos se volverán más oscuros, más internos, como por ejemplo, Eres un mal cocinero, o, Un invitado me vio con cara de asco.

Cuando algo sale mal, la mente reconsidera todas las posibles razones y factores involucrados en lo que sucedió. Cuando algo sale mal, experimenta sus recuerdos a medida que se consolidan y clasifican. Cuando algo sale mal, te quedas con recuerdos fragmentados que se sienten increíblemente reales. Cuando algo sale mal, después de un evento traumático, la corteza prefrontal y el hipocampo fallan constantemente en su intercambio de mensajes y tu estás atrapado en el medio. 

En sus frenéticos intentos por mantenerte a salvo en el futuro, la mente genera todo tipo de preguntas sobre ti y tu papel en los eventos que ocurrieron, al igual que genera flashbacks y otras respuestas no deseadas. A medida que intenta crear y almacenar recuerdos para el futuro, puede atacar las suposiciones básicas sobre quién eres. Puede crear preguntas peligrosas sobre tu papel en lo sucedido.

Esta alteración en el sentido de uno mismo y tu diálogo interno tiene señales claras en el cerebro. Cuando se les hacen preguntas sobre sí mismos, las personas que han experimentado un trauma pueden mostrar una menor actividad en su corteza prefrontal ventromedial, que es una parte de la corteza prefrontal donde piensas en ti mismo y regulas las señales que vienen de tu amígdala. El trauma literalmente cambia la forma en que piensas sobre ti mismo y tu habilidad de reducir los procesos emocionales que provienen de tu amígdala.

 

DE NUESTRAS HISTORIAS 

Ya avanzado el trayecto notó como ese viaje se había vuelto largo y pesado. Al bajarse del autobús se preparó mentalmente para atravesar las mismas cuadras de siempre. Y lo hizo. Cuando pasó por el lugar en el que cayeron los muchachos, se fijó que ya los vestigios de sangre habían desaparecido, pero Mayra solo tenía que cerrar los ojos para verla. Mientras caminaba imaginaba que los mismos asesinos de Gerson vendrían por ella. Caminaba viendo hacia atrás una y otra vez, quería asegurarse de que nadie la estuviera siguiendo. Caminaba apresuradamente y sin detenerse. 

“Lo viste morir,” pensó

El pensamiento vino a su mente y jadeó.

“Si hubieras estado allí antes, podrías haber hablado con él”.

“¿Estás protegiendo a tus propios hijos?”

Se tapó la boca con la mano, sabiendo que el silencio y caminar rápido eran sus mejores armas. Sentía que le faltaba el aire, que el pecho estaba contraído, que todo su cuerpo estaba esperando lo peor.

 

Las personas que han experimentado un trauma pueden verse a sí mismas y su relación con los demás y el mundo de manera muy negativa. Pueden sentir que ya no pueden relacionar quiénes son ahora con lo que solían ser; pueden sentir que existe cierta disonancia entre cómo solían verse a sí mismos y cómo piensan de sí mismos después de los incidentes traumáticos. Pueden sentir que tienen dificultad para controlar los pensamientos negativos, acelerados por el estrés,. Los riesgos percibidos y las amenazas.