Lección 15: Más de lo que Estabas Destinado a Manejar

 

Hemos discutido ya que el estrés es normal y que la habilidad de confrontar el estrés es un recurso de supervivencia importante. Dicho de otro modo, nuestro cuerpo posee la habilidad para priorizar nuestra supervivencia, y ello incluye la activación del eje HPA y del sistema nervioso autónomo de modo que podamos enfrentarnos al estrés rápidamente. 

La mayor parte de veces el estrés es temporal. Por ejemplo, el ejercicio suele durar alrededor de una hora. La mudanza puede llevar algunos días. Los niños pueden llorar o interrumpir sólo de vez en cuando durante el día. Estudias para un examen durante una o dos semanas. Estos factores estresantes son temporales.

Como se mencionó anteriormente, nuestro sistema de respuesta al estrés se activa para enfrentar estos desafíos a corto plazo y, en la mayoría de los casos, volvemos a la normalidad, hacia la homeostasis. Debido al proceso de alostasis, nuestros cuerpos generalmente pueden enfrentar estos desafíos a corto plazo, asegurándose de enfrentar la causa de nuestro estrés y, una vez que ha pasado, reajustar nuestros sistemas a un estado de reposo.

Un evento por encima del resto

En la mayoría de los casos, los acontecimientos y circunstancias de la vida te van formando gradualmente. Los estreses de la vida moldean las reacciones posteriores, pero gradualmente. 

Como se comentó anteriormente, las experiencias acumuladas afectan lenta y cuidadosamente cómo ves el mundo, cómo procesas la información y cómo entendemos a otras personas. 

Tus predicciones y reacciones han sido moldeadas por una vida de experiencias, algunas buenas y otras malas.

Pero no todos los eventos tienen el mismo peso o impacto. No todo el estrés es proceso de exactamente la misma manera. Tu cuerpo y tu cerebro no le dan el mismo peso a todos los eventos.

A veces, eventos específicos te moldean más de lo que te gustaría. A veces, un solo evento parece marcar un antes y un después, en quién “eras” antes y en quién “te convertiste” después de ese evento.

Puede que haya uno o varios eventos en tu vida que te hayan completamente abrumado, al punto que te sentiste incapaz de escapar o enfrentar la situación.  Esos eventos permanecen en nuestras mentes y cuerpos como si fueran rocas: pesan y entorpecen los procesos de muchos sistemas, incluso cuando la situación que los ocasionó ya ha pasado. 

Del estrés al trauma

Anteriormente describimos la reacción de “congelarse” al estrés Cuando un factor estresante se interpreta como ineludible, el cerebro envía señales abrumadoras al sistema parasimpático. Cuando el cerebro reconoce que una amenaza es ineludible, la respuesta parasimpática anula cualquier respuesta simpática, lo que lleva a la congelación y la pasividad total hasta el punto de la inmovilidad.

En situaciones de violencia sostenida, incertidumbre prolongada o escasez de recursos, el estrés puede ser crónico y gradual. Al mismo tiempo, estas situaciones de estrés pueden ser agudas, de corta duración y atadas a eventos específicos que nos sobrepasaron y nos parecieron inescapables. En estos casos, el estrés puede ocasionar shock al cuerpo, y abrumar todos los sistemas a la misma vez. 

El estrés que abruma se suele llamar  trauma.

 

DE NUESTRAS HISTORIAS 

Aunque su mente le decía “sal de aquí”, su cuerpo estaba como congelado. Genuinamente quería correr, ir de regreso a su casa, buscar un lugar seguro, no fuera a ser que los tipos volvieran… pero sus pies se movieron solos hacia adelante. Algo le impulsaba a ver qué había pasado, a ver quiénes eran ellos. Sentía que por dentro en vez de sangre le corría agua hirviendo y el corazón le latía a mil por hora. Sin saber cómo terminó acercándose a la escena del crimen. Dos vecinos, que habían tomado los signos vitales seguían repitiendo: “Los mataron, los mataron”, y los lamentos eran generalizados. 

…[despues]…

–¡GERSON!– gritó. 

No había dudas, era Gerson, su Gerson. 

Le había dado clases hacía dos años y tan solo le faltaba un par de años más para egresar. Ya no podría hacerlo. Lo habían matado frente a ella.

–¡Gerson, por favor, no! — dijo Mayra– ¡No te mueras, por favor!

Las lágrimas empezaron a salir mientras que otras personas se acercaban a los muchachos. Ella se arrodilló al lado de Gerson y agarró su mano con delicadeza, luego la apretó con más fuerza. 

–No te mueras por favor–

 

El trauma es una forma de estrés que abruma tu capacidad para afrontarlo. De esta manera, el trauma se puede acumular con el tiempo, ya que múltiples factores estresantes o el estrés crónico dominan la capacidad de tu cerebro y cuerpo para manejarlo bien. O puede ser un incidente tan poderoso y abrumador que, por sí solo, abruma al cuerpo con una intensa reacción de respuesta al estrés. Ambos casos a menudo tienen efectos a largo plazo en el cerebro, el cuerpo y el comportamiento.

El estrés no necesariamente tiene que ser de larga duración o ser constante para tener efectos dañinos en el cerebro y el cuerpo. En algunos casos, un estrés único puede tener efectos nocivos y duraderos. Los eventos que son impactantes, que abruman nuestra capacidad de responder o nos amenazan hasta lo más profundo, pueden considerarse eventos traumáticos.

Tales eventos abruman nuestra capacidad para responder, y pueden dejar efectos duraderos que se manifiestan en nuestros pensamientos, acciones, cuerpos físicos, comportamientos con otras personas e incluso en nuestros sueños.

Incidentes similares, reacciones únicas

Claramente, nuestros personajes tuvieron experiencias traumáticas y reaccionaron de maneras únicas a estos eventos y a los posteriores. Ninguna persona responde de la misma manera que otra ante el trauma porque nadie experimenta el trauma de la misma forma. De hecho, no podemos escoger cómo reaccionar en esos momentos tan intensos. No siempre nos congelamos ante el trauma. Muchas personas lo hacen o sienten entumecimiento emocional, pero otros pelean o huyen de la situación.

Esta variedad de reacciones es válida. Recuerda que respondemos de forma única ante el estrés, dependiendo de cada persona y cada cultura, y lo importante es reaccionar ante los síntomas del estrés que permanecen mucho después de la experiencia traumática, sin importar cuál haya sido la respuesta inmediata. Si bien hay diferencias individuales y culturales en cómo reaccionamos, también hay semejanzas universales en lo que ocurre después.-

Ninguna reacción es incorrecta. Lo que importa es cómo reaccionas tú, cómo entiendes tu reacción, y cómo lidias con las consecuencias de lo que has experimentado.